No de los dos ladosEn realidad era la teerrca vez que cambiaba de corte, de peinado e incluso de ropa. Habeda notado como miraba a la chica del otro salf3n que usaba cintas en el cabello y pequef1os mof1os de colores combinados, intentf3 captar desde el principio que era lo que le llamaba la atencif3n. Seredan sus ojos, eran lindos y brillantes; por supuesto no como los medos tristes y llorosos- pensf3. O tal vez sus manos, finas y delicadas, con las que haceda mfasica suave, era de la banda de la escuela y sabeda que de grande quereda estudiar mfasica; en cambio las medas, son e1speras y secas, porque me gusta jugar baloncesto- pensf3 de nuevo.La habeda estudiado lo suficiente para notar como caminaba, las posturas, su risa o bueno me1s bien su sonrisa; porque ella sonaba con tono agudo pero firme, no estridencial y chocante -que sonaba como un grillo ahoge1ndose -, segfan explicaciones de su hermano. Incluso su mejor amiga le habeda ayudado a conseguir informacif3n de ella: donde compraba las cosas para el cabello, su lugar donde le hacedan manicura e incluso su helado favorito (aunque a decir verdad el helado de te9 verde no le gustaba tanto, se le haceda amargo y prefereda el de vainilla). Pero a pesar de todos los esfuerzos, no funcionaba nada.Fue entonces cuando pensf3 en ya no copiarla, en no seguirla, en no pensar en ella; a fin de cuentas ni tratando de parecerse a ella logrf3 llamar su atencif3n.Sf3lo hubo un pequef1o detalle que ella no considerf3 y es que la foto de dos meses antes del concurso de deletreo, donde por primera vez pasf3 al frente con e9l al lado; aquel concurso donde estaba tomando las cartelas y se encontraba desviando la mirada, mientras buscaba que le cayera el cabello justo del lado en el que se encontraba e9l, para que no notara su nerviosismo; siendo la prima (aquella nif1a que habeda seguido en ese tiempo, detalle de parentela que no se le ocurrif3 inquirir) quien notf3 que e9l abreda los pies, bastante inquietos, con su mirada agazapada a la ce1mara, quien estaba en manos de esta pequef1a periodista escolar, quien lo exhibireda no sf3lo ante ella, sino ante toda la escuela y ahed estaba pidiendo en gritos ahogados: no tomes esta foto o sabre1 que me gusta.Ased cf3mplice de su primo, el “click” salif3 perdido de ese impreso, subido en la red, lejos de ojos de e9l y ella, quedando enterredado entre miradas de muchos y tanto fue el secreto guardado, que derivf3 en un olvido, sin suspiros para ambos.